Pedro Uribe
Movido por la igualdad entre mujeres y hombres, y por su constante lucha para erradicar la violencia de género, Pedro Uribe Roncallo trabaja para cambiar la mentalidad de una sociedad machista. Psicólogo de profesión, con un Master en Educación, Ciudadanía y Valores de la Universitat de Barcelona, cuenta con una gran experiencia laboral en temas relacionados con educación, género, diversidad y derechos humanos. Desde 2012 trabaja en la Fundación Iguales, creando Conversex, conversatorios sobre sexualidad, afectividad y vida de pareja vinculado a la Diversidad Sexual. A raíz de sus propios cuestionamientos, sus estudios y el marco de las movilizaciones feministas a nivel mundial nace Ilusión Viril, proyecto que invita a que cada hombre descubra en sí mismo lo que verdaderamente define su identidad y comprometidos con la erradicación de la violencia de género. Pedro realiza actividades para sensibilizar a la ciudadanía y colabora con diversas organizaciones sociales, especialmente con colectivos feministas, universidad y colegios.
¿Cómo nace Ilusión Viril?
Es un proyecto educativo que busca principalmente sumar a hombres por la erradicación de la violencia de género y sensibilizar a la ciudadanía en la relevancia de la prevención de las violencias de género y las masculinidades. El nombre proviene de una cita del texto «La dominación masculina» del sociólogo Pierre Bourdieu.
Cuando se habla de masculinidad tóxica, ¿a qué se refiere?
Es la manera en que la identidad masculina refuerza el ejercicio del poder de los hombres centrado en la virilidad, la competencia, la violencia y la racionalización. Es un modo de ser hombre que reafirma los estereotipos y roles de género tradicionales y, por ende, perpetúa el machismo y la misoginia. Representa aquellos varones que están casados con el proyecto clásico del orden del género y se transforman en hombres que mantienen el patriarcado a través de sus comportamientos y acciones.
¿Por qué hemos llegado a ser tan reduccionistas, de llevar la masculinidad a un imaginario que siempre quiere sexo, que siempre debe ser fuerte y debe cumplir con su rol de proveedor?
Porque los hombres nos hemos beneficiado con el sometimiento de las mujeres. Es bastante útil que tu posición de poder y liderazgo se mantenga porque te beneficia económica, laboral, social y sexualmente. Si hemos crecido en un mundo donde los hombres somos el centro y lo más relevante, eso sólo es posible si sometemos a otros y en este caso a otras también: dejar a las mujeres en casa, criando, cuidando, limpiando y reproduciendo a la especie es una estrategia política que justamente hace que el proyecto patriarcal se realice. Esa es la base del privilegio: no verlo y asumirlo como natural. Por eso cuando hablamos de género, hablamos de poder. No es algo exclusivo de mujeres.
¿Qué reflexiones son las más recurrentes hoy en los hombres, con respecto a sus masculinidades y su rol en esta nueva era?
Somos cada vez más conscientes que la forma en que nos han criado es nociva y está dañando a nuestro planeta, a nuestras familias, a las mujeres, a todas las personas que queremos y a nosotros mismos. Muchas de las reflexiones apuntan a hacer visible el machismo que tenemos dentro y en particular, quienes quieren hacer algo, en poder erradicar esas conductas violentas, homofóbicas y sexistas que están tan presentes en nuestra cultura.
¿Cómo mujeres podemos re-educar a los hombres que estimamos en materia emocional y afectiva? ¿Nos corresponde a nosotras intervenir? ¿O es su responsabilidad?
Eso lo tendrá que decidir cada mujer. Yo por mi parte, creo que lo que al menos muchas compañeras esperan que seamos nosotros los hombres quienes nos hagamos cargo de nuestra vida, es nuestra responsabilidad en todo esto y de nosotros encontrar las respuestas. Por eso me parece que es un trabajo de reflexión, introspección y de escucha activa, que claro, a los hombres nos cuesta porque no estamos acostumbrados a ello.
¿Cómo explicas «lo personal es político» para las personas que no entienden que lo que ocurre «en casa» se replica en lo social?
Esa cita da para un debate y reflexión enorme. Tratando de hacerlo sencillo, el feminismo viene a iluminarnos con esa frase para explicar que la manera en que nuestras vidas sucede y dada las influencias que recibimos de nuestros entornos a nivel económico, social y cultural, no es posible pensar que mi identidad no está construida en función de ideas y valores que son patriarcales. Esta frase viene a romper la ilusión de que somos personas individuales. Lo que me pasa a mí, mis miedos, mis limitaciones, mis neurosis como hombre me pasan porque mi identidad se construye con otros y otras y, por ende, en el caso de las mujeres y la división sexual del trabajo doméstico, que es un concepto clave para entender las demandas de las mujeres, nos confronta con la realidad que lo doméstico (lo que pasa en el hogar, mi sexualidad, mi familia, mis prácticas sexo afectivas, etc.) también es un espacio de disputa política y una manera de tomar una posición frente a la sociedad. Piensa además que lo doméstico y lo privado es el plano donde históricamente se ha ubicado lo femenino. No es casual.
Pensando en las nuevas generaciones ¿Qué prácticas debemos de tener para educar a los futuros hombres, que hoy son niños?
Primero, que sean humildes y reconozcan que vivimos en un mundo plural, y que debemos aprender a aceptar las diferencias entre las personas. Segundo, que aprendan a reconocer desde pequeños que hombres y mujeres deben participar de lo doméstico de igual modo y que la crianza y el cuidado son espacios para ambos géneros. Que se sensibilice con la libertad de poder identificarse y jugar a lo que quiera, que disfrute sanamente de sus emociones y que no sienta vergüenza ni culpa por la sexualidad. Yo creo que hoy los niños tienen un chip igualitario que les hace ser mucho más abiertos. Ya traen la equidad y la igualdad de género dentro de sí mismos. Hay un libro precioso que acabo de terminar que se llama «Querida Ijeawaele: cómo educar en feminismo» de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie. Lo recomiendo absolutamente.
¿Has visto cambios en el último año en Chile en relación a cómo los hombres están definiendo sus propias masculinidades?
Mucho y me alegra. Existen cada vez más espacios de cuestionamiento y mayor apertura, especialmente en generaciones sub 21. También veo mucha ansiedad en algunos de querer «deconstruirse» en 24 horas. En realidad esto es un proceso de la vida entera y todos los días hay que ir re-pensándose y reflexionando. Es un trabajo de autoobservación y, por ende, es poco a poco.
¿Qué recomendación o mensaje se le puede dar a un hombre que hoy no se siente representado por los patrones socioculturales, pero por ejemplo, siente temor de manifestar una postura diferente, por miedo a la exclusión o rechazo?
Que si le cuesta pedir ayuda y no sabe cómo hacer esos cambios internos, que lo haga y vaya a terapia. Hay un fuerte rechazo masculino a recibir atención médica y psicológica. Ni hablemos de la relación que tenemos los hombres con nuestra salud en general, imagínate la mental. Por otra parte, que se pregunte, ¿a qué le temo de mí mismo? ¿por qué me cuesta observar y darle lugar a eso que es parte de mí? ¿A quién beneficia que me rechace tanto y no me permita ser una persona genuina?
En nuestra sociedad, ¿consideras que uno de los caminos para lograr la anhelada equidad de género es que más hombres adhieran con el feminismo?
Absolutamente. La sociedad entera tiene que ser feminista. Y con ello no me refiero a una militancia, me refiero a un proyecto de sociedad donde se instale el respeto, la equidad y el cuidado como valores esenciales, y que reemplacen los valores que hoy nos rigen: la libre competencia, el militarismo y la producción. La revolución feminista es una revolución moral que nos invita a todas y todos a re-educarnos y reflexionar.
¿Cómo visualizas tú, desde el trabajo que realizas, que debiera ser el Chile en 20 años más?
Un país con muchos problemas ambientales, porque recursos tenemos pero se nos agotan, pero con toda certeza, un país más igualitario, donde las mujeres tendrán menos temor de estar en la calle y seguramente con mayor poder político. Espero con bastante optimismo, un país menos injusto, con más oportunidades y con menos pobreza y explotación. En Chile se esclaviza a las personas a través del consumo y el trabajo. Y mujeres más aún. No por nada se les paga menos. Sino me temo que seguiremos repitiendo errores del pasado. Nos falta mucho aprender a dialogar y saber acoger la diferencia con menos odiosidad. El cambio solamente es posible con un cambio interior a nivel personal y que se traduzca en cambios colectivos. Un cambio valórico y desde el afecto. Eso es lo que cambia no sólo a los hombres, nos cambia como seres humanos. La rabia ha movilizado y ha sido un destello para iniciar el movimiento, pero el cambio se tiene que hacer desde el cariño y desde la escucha a quienes son diferentes a nosotras/os.
Para conocer el trabajo de Pedro Uribe visita la página de Ilusión Virial, donde encontrarás infografías y detalles del proyecto.